Conocí a Carmen desde hace 27 años, y tuve el privilegio de servir al Señor a su lado, en por lo menos 6 ministerios diferentes. De ella aprendí grandes lecciones. Siempre estaba creando, proyectando y haciendo cosas nuevas. Fue diligente en todo cuanto se comprometía, y lo hacía con entrega y pasión por El Señor, el Reino de Dios, y las personas a las cuales servía.

Algunos aspectos que el equipo al despedirla quiere resaltar:

1. Dios colocó en el corazón de Carmen la compasión por las personas heridas y quebrantadas y junto a otros líderes, fue fundadora de La Fundación Vínculo (Centro de atención y restauración a la familia), y la directora por 20 años.

2. Al equipo de trabajo en La Fundación, Carmen nos unió como familia, nos pastoreó de cerca, cuidó nuestros corazones, nos sostuvo en momentos de dificultad, y en algunas situaciones difíciles, motivó a algunos miembros a volver a tener esperanza.

3. Ella fue como una madre para muchos de nosotros, y por eso, hay un sentimiento generalizado de pérdida y orfandad. Hoy una amiga suya, a la cual Carmen acompañó en sus procesos más difíciles por más de una década y que vive en un país lejano desde donde trabaja con La Fundación, me escribió lo siguiente:
“Consuelito, quedé huérfana, ¿me puedes adoptar?”.
Sabemos que sólo Dios puede llenar el vacío que ha dejado, pero también como equipo, nos embarga un anhelo profundo de continuar con su legado sirviendo a los quebrantados, y con la esperanza de que nos volveremos a encontrar con ella cuando El Señor nos llame.

4. Carmen nos ayudó a reconocer los dones y las fortalezas que el Señor puso en cada uno, las cuales nosotros mismos en muchos casos desconocíamos. Ella creyó en todos nosotros.

5. Siempre nos animó a dar lo mejor, a ser profesionales de excelencia, y se mantuvo enviándonos propuestas de capacitación y materiales nuevos para ayudarnos a crecer continuamente. Carmen…. ¡Cuánto te vamos a extrañar!

6. Ella fue una soñadora. Cuando éramos un equipo de unas 12 personas, nos dijo en un cierre del año: «Le estoy pidiendo al Señor un equipo de 30 personas». Y ahora al irse, Dios le concedió más de lo que soñó y pidió. Hoy somos 40, con integrantes de diferentes ciudades de Colombia, y con varios profesionales extranjeros que trabajan con la Fundación, algunos desde aquí, y otros desde diferentes países del mundo, y ofrecemos Terapia bilingüe en español y en inglés.

7. Luego de la Pandemia, la atención de La Fundación se convirtió en un porcentaje muy alto en modalidad virtual, y eso nos ha permitido crecer en el número de casos atendidos. En la actualidad, tenemos un alcance de más de 1.000 usuarios cada año.

8. Carmen organizó desde la Fundación un departamento de Cuidado integral para acompañar a pastores, misioneros y líderes de ministerios, y gracias a Dios desde ahí, hemos podido atender y apoyar en sus crisis a cientos de ministros, parejas ministeriales, y sus hijos continuamente.

9. Ella nos modeló varios aspectos del carácter de Jesús. Entre ellos, ella supo ser vulnerable con respecto a su enfermedad, fragilidad y necesidad, como lo hizo Jesús con sus discípulos en Getsemaní.
El 26 de enero, cuando se sintió enferma y débil, antes de ir a la clínica, creó un grupo de amigos cercanos, y nos pidió estar pendientes para orar por ella y apoyarla en el caso de que nuevamente tuviera que pasar por otra cirugía, y así fue. Desde ese grupo, pudimos acompañarla a ella y a su familia en este proceso del final de sus días.
Además, aunque la mayor parte del tiempo vivió sola, ella siempre creó comunidad alrededor, como también lo hizo Jesús. Carmen se rodeó de personas cercanas, y siempre creyó en la necesidad y la fortaleza de los grupos de apoyo.

10. Carmen permaneció activa en la obra del Señor, y aunque muchas veces le dijimos que le bajara al ritmo de trabajo, ella era incansable. Yo la vi muchas veces como corriendo una maratón, y terminando tareas por hacer y metas por lograr, y ahora que lo pienso… tal vez esa urgencia venía de Aquél que tiene contados nuestros días, el cual sabía que le faltaban pocos en esta tierra.

Ella se fue llevando consigo una maleta llena de sueños y proyectos. Nunca pensamos que partiría este año, pero su vida fue completa, según lo dice La Palabra: “El Señor cumplirá su propósito en mí,” y creo que Dios la llevó cuando cumplió su propósito en esta vida.

Carmen en sus últimos días, bien hubiera podido decir como el apóstol Pablo:

“El tiempo de mi partida está cercano. He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará El Señor juez justo, en aquel día.”

 — 2 Timoteo 4:6-8

Carmen escribió varios libros y del último: “Vulnerabilidad, el regalo inesperado,” dejó varios podcasts que quedarán como un hermoso legado para todos nosotros y para las generaciones venideras. Muchos de esos los escribió y grabó luego de la partida de su mamá, en agosto del año pasado, y atravesando ya el valle oscuro de su propia enfermedad. Pero en medio del dolor, siguió animándonos a tener esperanza en la gloria venidera, y a gozarnos y confiar en Dios.

En el comienzo del primer capítulo de este libro hizo alusión a dos textos bíblicos, como si estuviera preparando su propia despedida:
“El hombre como la hierba son sus días…” — Salmo 103:15
“Toda carne es como la hierba, y toda la gloria como la flor de la hierba.” — 1 Pedro 1:24-25

Y ella agregó:

“Así es descrita nuestra existencia terrícola, que sin importar qué tanto brillo tengamos, somos flor de un día.

¡Qué gran verdad!

Que Dios nos ayude para vivir de tal manera que podamos cumplir el propósito para el cual fuimos creados, y terminar bien, porque como dijo alguien:
«Lo importante no es cómo se comienza, sino cómo se termina.»

Consuelo Martínez Gómez

Terapeuta de Familia

Fundación Vínculo